sábado, 11 de junio de 2011

LIZBETH SALANDER


¡Qué personaje el de Lizbeth Salander en la trilogía de la película sueca Millenium! ¡Fantástica!
¡Para verla mil veces! Destruye de manera absoluta el estereotipo de mujer romántica que espera que un hombre la salve! ¿La salve?, ¿de qué? Admiro a Naomi Rapace, la actriz. Me encantan desde los tres títulos de cada película: Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina; y por último, La reina en el palacio de las corrientes de aire. ¡Mis respetos al cine sueco que presenta a mujeres así! Director: Stieg Larsson.

jueves, 9 de junio de 2011

CUENTO DE LEONORA CARRINGTON



EL ENAMORADO

Paseando al anochecer por una callejuela, hurté un melón. El frutero, que estaba escondido detrás de sus frutas, me atrapó por el brazo: “Señorita, me dijo, hace cuarenta años que espero una ocasión como ésta. Cuarenta años que me la paso escondido detrás de esta pila de naranjas con la esperanza de que alguien me arrebate una fruta. Y le digo por qué: necesito hablar, necesito contar mi historia. Si usted no me escucha, la entregaré a la policía.”

“Le escucho”, dije yo.

Me tomó del brazo y me llevó al interior de su tienda entre frutas y legumbres. Pasamos por una puerta, al fondo, y llegamos a un cuarto. Había allí un lecho en el que hacía una mujer inmóvil y probablemente muerta. Me pareció que debía estar allí desde hacía mucho tiempo pues el lecho estaba todo cubierto de hierbas crecidas. “Lo riego todos lo días”, dijo el frutero con aire pensativo.

“En cuarenta años nunca he llegado a saber si estaba muerta o no. Nunca se ha movido, ni hablado, ni comido durante ese lapso; pero lo curioso es que sigue estando caliente. Si usted no me cree, mire”. Y entonces levantó un ángulo de la cobija, lo que me permitió ver muchos huevos y algunos polluelos recién nacidos. “Usted ve, es el modo que utilizo para incubar los huevos (también vendo huevos frescos)”.

Nos sentamos a cada lado del lecho y el frutero comenzó a hablar: “La quiero tanto, créame. La he querido siempre. Era tan dulce. Tenía unos piesecitos ágiles y blancos. ¿Quiere usted verlos?” “No”, dije yo.

“En fin”, continuó diciendo con un profundo suspiro, “era tan hermosa. Yo tenía cabellos rubios, ella hermosos cabellos negros (ahora, los dos tenemos cabellos blancos). Su padre era un hombre extraordinario. Tenía una gran casa en el campo. Se dedicaba a coleccionar costillas de cordero. Por ese motivo llegamos a conocernos. Yo tengo una especialidad: sé desecar la carne con la mirada. El señor Pushfoot (ése era su nombre) oyó hablar de mí. Me invitó a su casa para desecar sus costillas a fin de que no se pudrieran. Agnes era su hija. Fue un amor a primera vista. Partimos juntos en barco por el Sena. Yo remaba. Agnes me hablaba así: “Te quiero tanto que vivo sólo para ti”. Y yo le decía lo mismo. Creo que es mi amor lo que la mantiene cálida; quizás está muerta, pero el calor persiste”. – “El año próximo”, prosiguió con la mirada perdida, “sembraré algunos tomates; no me asombraría que se desarrollaran bien allí dentro.” – “Caía la noche y no se me ocurría dónde pasar nuestra primera noche de bodas; Agnes se había vuelto pálida, muy pálida por la fatiga. Finalmente, apenas salimos de París, vi una cantina que daba sobre la orilla. Aseguré el barco y penetramos por la galería negra y siniestra. Había allí dos lobos y un zorro que se paseaban a nuestro alrededor. No había nadie más”.

“Llamé, llamé a la puerta que encerraba un terrible silencio. “Agnes está muy fatigada, Agnes está muy fatigada”, gritaba yo lo más fuerte que podía. Finalmente una vieja cabeza se asomó por la ventana y dijo: “No sé nada. Aquí el patrón es el zorro. Déjeme dormir: usted me fastidia.” Agnes se puso a llorar. No quedaba otro remedio: tenía que dirigirme al zorro. “¿Tiene usted camas?” le pregunté varias veces. No respondió nada: no sabía hablar. Y de nuevo la cabeza, más vieja que antes, que desciende suavemente desde la ventana, atada a un cordoncito: “Diríjase a los lobos; yo no soy el patrón aquí. Déjeme dormir, por favor”. Acabé por comprender que esa cabeza estaba loca y que no tenía sentido continuar. Agnes seguía llorando. Di varias vueltas alrededor de la casa y al fin pude abrir una ventana por la que entramos. Nos encontramos entonces en una cocina alta; sobre un gran horno enrojecido por el fuego había unas legumbres que se cocían solas y saltaban por sí mismas en el agua hirviendo; ese juego las divertía mucho. Comimos bien y después nos acostamos sobre el piso. Yo tenía a Agnes en mis brazos. No pudimos dormir ni un minuto. Esa terrible cocina contenía toda clase de cosas. Una enorme cantidad de ratas se había asomado al borde exterior de sus agujeros, y cantaban con vocecitas aflautadas y desagradables. Había olores inmundos que se inflaban y desinflaban uno tras otro, y corrientes de aire. Creo que fueron las corrientes de aire las que acabaron con mi pobre Agnes. Ya nunca más se recobró. Desde ese día habló cada vez menos”.

Y el frutero estaba tan cegado por las lágrimas que no tuve dificultad en escaparme con mi melón.

Tomado de “Antología de la poesía surrealista”. Aldo Pellegrini (Editorial Argonauta), Barcelona-Buenos Aires, 1981

Traducción de Aldo Pellegrini del libro de Leonora Carrington “La Dame Ovale” (1939, París)

Leonora Carrington

martes, 31 de mayo de 2011

HOMENAJE A LEONORA CARRINGTON (1917-2011)

“La noche ha caído sobre esas manos que crearon mundos que ahora nos dejas para que podamos habitar nuestros espacios inhabitados. El astro brilla escupiendo los clores fantasma que pintaste, colores que parecían ser vistos bajo el agua”.

Gabriel Weisz Carrington

martes, 17 de mayo de 2011



La lectura de la taza de café turco: "Está llorando la taza, eres tú la que lloras"/ "Espérate que acabe de llorar para que te la pueda leer"/ "Una lágrima da vueltas..."/


lunes, 24 de enero de 2011

BITÁCORA DE UNA RUPTURA

Cerré temporalmente mi blog porque alguien lo usó de manera indebida. Hoy lo abro de nuevo y asumo plenamente las palabras y sentimientos que escribí. Mi idea original fue dejar en este espacio mis testimonios; a la vez que darle una forma literaria, o al menos estética.

El hilo conductor fue el enorme dolor que sentí ante la ruptura de una relación de pareja que duró veinte años. Lo plasmé en forma de textos consecutivos (surgían a veces otros temas, pero ese fue el más importante).

Hoy escribo en otro blog, en el que cuento historias diferentes, y lo poco que quede de esa relación rota. Sin embargo, el blog LIQUIDAMBAR, depositario de mis sentimientos, lo dejo en este espacio para quien quiera leerlo: primero porque tengo todo el derecho de expresarme; y después porque hay quienes han sentido empatía y vivido situaciones similares, y se han reflejado en la gama emotiva y dolorosa de mis palabras. Alguien se identificó con esta frase: "duele no ser para quien uno ama". Eso lo resume todo.

Mis textos son la antítesis de un cuento de hadas o de una película con final feliz. Hoy intento un nuevo aprendizaje frente al desencanto amoroso, después de sentir en estos últimos años la falta de presencia y el desamor por parte de quien consideré mi compañero de vida en el pasado.


viernes, 10 de diciembre de 2010

EL ENGAÑO Y LA MUERTE

¿Cuantos asesinatos se habrán cometido por un engaño? Para mi, él se convertió en carne y en huesos. Ella dejó sus humedades impregnadas en su cuerpo y en su mente. Siento rechazo y asco, donde antes hubo amor por él.


Decía un amigo que "el engaño es un crimen no penado". Creo que tiene razón, y nunca me olvido de sus palabras.

Cuando alguien traiciona, uno de los dos se muere; de eso no hay duda. El que me engañó, no sé si ha muerto; supongo que sí. Yo me esfuerzo por seguir viva.

lunes, 8 de noviembre de 2010

BLANCO

El maldito duelo ya ha terminado. Mi tristeza se despeja y me abro ante un mundo de afectos vigentes, y también nuevos. Mis alrededores se pintan de blanco. Yo también me vestiría hoy de blanco (si tuviera ropa abrigadora de ese color).