sábado, 26 de septiembre de 2009

Si los perros no se van al cielo, yo quiero ir a donde vayan ellos. Will Rogers

lunes, 14 de septiembre de 2009

Quien cree en fantasmas, ve fantasmas, y al morir se hace uno de ellos

…Además, las historias de mamá y de la abuela me habían hecho concebir fantasmas, pero nunca había visto a alguno. Mamá afirmaba que era más fácil si existía un lazo afectivo. Y resultó a pesar de mi negativa al respecto. Algunas noches después de su muerte, la percibí en mi cama como cuando me cantaba siendo pequeño o me contaba alguna de sus historias. Acarició mis cabellos; no quise abrir los ojos, no por miedo a ella, sino por temor a que fuera un sueño preferí dejarme llevar en su plácido suspiro matinal. Por la mañana fui a la escuela, al trabajo y nada ocurrió, pero por la noche mientras hacía una tarea pendiente la miré a través de un espejo. Ella se maquillaba como cuando vivía y refería con cierta resignación: “Me estoy poniendo vieja y mis mejillas requieren color”. Parecía decir: me estoy poniendo muerta y estoy extremadamente pálida. Por cierto, me explicó que las almas de los muertos no son pálidas por la muerte en sí, sino por la falta de sol, no se pueden asolear los fantasmas. Reí junto con ella, me senté en la cama y mamá hizo lo mismo. Me abrazó y luego de reír ante su muerte, lloramos juntos. En la vida huérfano de madre; en la muerte, mi madre, huérfana de mí…
…Antes tuvo tiempo para explicarme algunas conductas de los fantasmas. “No necesariamente se pueden ver sólo fantasmas de nuestros familiares. Eso sí, ninguno quiere ayuda, únicamente esperan su tiempo. Por la noche duermen como los vivos; son fantasmas, no vampiros. Algún armario resultará su lugar favorito, pero cuando los vivos pernoctan boca arriba prefieren recostarse en la cama, a un lado, y es cuando sentimos que nos hundimos, que nos despeñamos, o cuando podemos soñar que nos vemos desde arriba. A veces prefieren asirse a una mano cálida. Cuando duermes de lado, si hay fantasmas de niños se acurrucan junto a ti y los de adultos que sufren de insomnio se entretienen mirándote. Cuando se encuentran solos abren las puertas; las puertas deben estar abiertas para los fantasmas. Si todas están cerradas, tienen miedo y lloran. ¡No se debe hacer llorar a los fantasmas! No pueden atravesar paredes, ni siquiera vuelan; arrastran sus pies porque es cansado ser un muerto. Por eso cruje la madera, rechinan las puertas y se siente cuando se sosiegan en tu cama”.

Omar Mireles Penilla. “Fantasmas familiares”. En: Canción para una niña muerta. México. Editorial Doble Sol. 2008, pp. 26-29

domingo, 5 de julio de 2009

Cómplices de viaje

Siento la maravilla de la vida en cada ser que me rodea. Me gustan algunas personas, pocas; aquellas que respetan la vida de las arañas y miran a los ojos de los perros callejeros. Me gustan quienes se asombran ante una piedra, una planta que se ha arraigado en la tierra y crece, o ante una hoja amarilla que flota sobre el río. Ellos son mis compañeros de andanzas.

Estas personas callan, y si hablan son pocas sus palabras; y muchas de ellas son sabias. Se prenden al corazón con suavidad y hacen la vida más llevadera, más fácil.

Su alegría jamás será escandalosa: es serena. Buscan la esencia y no les importa que su ropa esté vieja. Consideran un privilegio contemplar a una luciérnaga brillante en una noche oscura. El alma la tienen íntegra y los sueños se les desbordan. Podría creerse que no caben en este mundo, pero están ahí, conscientes de su fragilidad (que a veces es su única fuerza). A veces se rompen en pedacitos y quedan sobre el suelo brillosos fragmentos de espejos.

No saben calcular porque están ocupados contemplándolo todo. Reconocen a los pájaros que sacan lombrices después de la lluvia y toman té limón o de monte.

A veces no encajan (no encajamos) en el mundo.

Yolanda Sassoon

viernes, 10 de abril de 2009

Un pequeño dragón


Un dragón convive entre los martines pescadores, (¿existe?,
¿qué tan difícil es verlo?)

jueves, 19 de marzo de 2009

Perricles, muy atento


Desde hace dos años

éste es su hogar:
pelo hirsuto,
andariego y comelón.


miércoles, 18 de marzo de 2009

Ventana del estudio

Al frente, unas hojas que estaban en un recipiente con agua. Atras del vidrio, los árboles de tejocote que crecen en el patio de la escuela.
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martes, 17 de marzo de 2009

Yoli con extrañas presencias

 
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CÓMO MI VIDA SE POBLÓ DE SERES PRODIGIOSOS


No fue fácil vivir una infancia solitaria con una hermana y un hermano que más que eso, parecían tíos mayores. Y no es que fueran serios, es que cuando yo era niña, ellos ya eran adultos; además, sus mundos y el mío, aparentemente no tenían un puente que los uniera.

Además de las tareas escolares, necesitaba llenar mis tardes con algo más, que por razones diversas no pudo ser el juego. Entonces, uno a uno, llegaron a mí los cuentos de hadas, todos de manos de mi padre. Pero no eran eso nada más. La peculiaridad era que los seres maravillosos encerrados en sus páginas eran chinos, rusos, ingleses, turcos, alemanes, escandinavos, japoneses, entre otros. Cada libro estaba dedicado a una cultura distinta. Eran de una editorial española, no sé cual. Las ilustraciones a color de la portada eran provocadoras y distintas a todo lo conocido hasta entonces; parecía que en cualquier instante cobrarían vida, y se saldrían del cartón brillante que protegía el libro.

Me asomé a la diversidad de relatos de ese universo mágico, cada uno con sus respectivos duendes, fantasmas, hadas, ogros y dragones. Y claro, ¡brujas!: así supe que Baba Yaga, la hechicera rusa, habitaba en una casa que descansaba sobre una enorme pata de gallina que le servía de soporte, y que giraba en todas las direcciones.

Los fantasmas también tuvieron un lugar importante para mí, tal fue el caso de los trasgos de Japón cuya característica era no tener pies, y dar grandes y rápidos saltos, y en cada uno de ellos, cambiar su cara por completo y cada vezhacerla más terrible que la anterior. Unas veces tenían el rostro de alguien conocido, otras las de un ser cadavérico, ensangrentado o animalesco; en fin, tantas caras como al fantasma se le antojara.

Esos seres incorpóreos despertaban en mí un arrobamiento que nada tenía que ver con el miedo. En ese entonces, antes de dormirme, en mis ensoñaciones nocturnas imaginaba las diversas formas que tomaban; y si quisiera, aún podría seguir imaginándolos, extraños, misteriosos y evasivos.

La bruja, los fantasmas y otros seres, me acompañaron en mi niñez. Me preguntaba si de verdad existirían y fervientemente lo deseaba. Cada vez que abría los libros vivían para mí; y al cerrarlos, también seguían vivos.

A la fecha, tengo amigos verdaderos de carne y hueso, como yo. Pero a veces requiero de otras presencias: las de los seres etéreos. Busco la oscuridad y cierro los ojos. Entonces aquellos viejos amigos, los fantásticos seres, los hermosamente temibles aparecen. Hoy quiero recordarlos con su aroma de bosque, con la misma intensidad que los imaginé cuando era niña, para que me acompañen hoy, en esta soledad tan conocida y a la vez tan sosegada.

Yolanda Sassoon - 2005

domingo, 15 de marzo de 2009

EL ESCORPION Y LA RANA


Este era un escorpión que tenía ambiciones de explorador. Un día, una isla que se hallaba en el centro de una laguna, despertó su escorpiona curiosidad, y al ver a una rana que tomaba distraídamente el sol sobre una piedra, se le acercó y le propuso cortésmente, que lo llevara a la isla.

- Tú y yo somos distintos. Contestó la rana. Ya está dicho que:

Seres de distinta naturaleza
no deben frecuentarse
porque terminarán con certeza
por aniquilarse.

Si yo acepto llevarte hasta el centro de la laguna para satisfacer tu escorpiona curiosidad, en cuanto nos alejemos de la orilla, me clavarás tu venenoso aguijón y moriré.

-Se ve claramente que eres un batracio-, dijo el escorpión. -Se necesita tener mucha sangre fría para desafiar impunemente la inteligencia. No ves, rana tonta, que si en medio de la laguna yo te clavo mi aguijón, moriremos los dos ahogados-.

- Es cierto, afirmó la rana-, y lo dejó subir sobre su espalda.

El curioso escorpión disfrutaba el placer de ser transportado sobre el agua, admiraba las hojas de nenúfar que flotaban en la laguna, sentía la corriente, el viento y la frescura. En medio de la laguna, lejos de toda orilla, súbitamente el escorpión clava su venenoso agujón sobre la rana. Mortalmente herida, la rana comienza a patalear y a gritar:

- Estúpido escorpión, mira lo que has hecho, ahora no podré seguir nadando y en pocos segundos nos moriremos ahogados los dos-.

- Es cierto-, responde el escorpión, -pero yo nada puedo. Esa es mi naturaleza-.

Fabula hindú del Panchatantara (Siglo XXX A.C.)

ITACA


Si vas a emprender el viaje hacia Itaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones y a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.


Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.


Ten siempre a Itaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Itaca te enriquezca.
Itaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, no te engañará Itaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Itacas.

Konstantino Kavafis (1911)