jueves, 19 de marzo de 2009

Perricles, muy atento


Desde hace dos años

éste es su hogar:
pelo hirsuto,
andariego y comelón.


miércoles, 18 de marzo de 2009

Ventana del estudio

Al frente, unas hojas que estaban en un recipiente con agua. Atras del vidrio, los árboles de tejocote que crecen en el patio de la escuela.
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martes, 17 de marzo de 2009

Yoli con extrañas presencias

 
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CÓMO MI VIDA SE POBLÓ DE SERES PRODIGIOSOS


No fue fácil vivir una infancia solitaria con una hermana y un hermano que más que eso, parecían tíos mayores. Y no es que fueran serios, es que cuando yo era niña, ellos ya eran adultos; además, sus mundos y el mío, aparentemente no tenían un puente que los uniera.

Además de las tareas escolares, necesitaba llenar mis tardes con algo más, que por razones diversas no pudo ser el juego. Entonces, uno a uno, llegaron a mí los cuentos de hadas, todos de manos de mi padre. Pero no eran eso nada más. La peculiaridad era que los seres maravillosos encerrados en sus páginas eran chinos, rusos, ingleses, turcos, alemanes, escandinavos, japoneses, entre otros. Cada libro estaba dedicado a una cultura distinta. Eran de una editorial española, no sé cual. Las ilustraciones a color de la portada eran provocadoras y distintas a todo lo conocido hasta entonces; parecía que en cualquier instante cobrarían vida, y se saldrían del cartón brillante que protegía el libro.

Me asomé a la diversidad de relatos de ese universo mágico, cada uno con sus respectivos duendes, fantasmas, hadas, ogros y dragones. Y claro, ¡brujas!: así supe que Baba Yaga, la hechicera rusa, habitaba en una casa que descansaba sobre una enorme pata de gallina que le servía de soporte, y que giraba en todas las direcciones.

Los fantasmas también tuvieron un lugar importante para mí, tal fue el caso de los trasgos de Japón cuya característica era no tener pies, y dar grandes y rápidos saltos, y en cada uno de ellos, cambiar su cara por completo y cada vezhacerla más terrible que la anterior. Unas veces tenían el rostro de alguien conocido, otras las de un ser cadavérico, ensangrentado o animalesco; en fin, tantas caras como al fantasma se le antojara.

Esos seres incorpóreos despertaban en mí un arrobamiento que nada tenía que ver con el miedo. En ese entonces, antes de dormirme, en mis ensoñaciones nocturnas imaginaba las diversas formas que tomaban; y si quisiera, aún podría seguir imaginándolos, extraños, misteriosos y evasivos.

La bruja, los fantasmas y otros seres, me acompañaron en mi niñez. Me preguntaba si de verdad existirían y fervientemente lo deseaba. Cada vez que abría los libros vivían para mí; y al cerrarlos, también seguían vivos.

A la fecha, tengo amigos verdaderos de carne y hueso, como yo. Pero a veces requiero de otras presencias: las de los seres etéreos. Busco la oscuridad y cierro los ojos. Entonces aquellos viejos amigos, los fantásticos seres, los hermosamente temibles aparecen. Hoy quiero recordarlos con su aroma de bosque, con la misma intensidad que los imaginé cuando era niña, para que me acompañen hoy, en esta soledad tan conocida y a la vez tan sosegada.

Yolanda Sassoon - 2005

domingo, 15 de marzo de 2009

EL ESCORPION Y LA RANA


Este era un escorpión que tenía ambiciones de explorador. Un día, una isla que se hallaba en el centro de una laguna, despertó su escorpiona curiosidad, y al ver a una rana que tomaba distraídamente el sol sobre una piedra, se le acercó y le propuso cortésmente, que lo llevara a la isla.

- Tú y yo somos distintos. Contestó la rana. Ya está dicho que:

Seres de distinta naturaleza
no deben frecuentarse
porque terminarán con certeza
por aniquilarse.

Si yo acepto llevarte hasta el centro de la laguna para satisfacer tu escorpiona curiosidad, en cuanto nos alejemos de la orilla, me clavarás tu venenoso aguijón y moriré.

-Se ve claramente que eres un batracio-, dijo el escorpión. -Se necesita tener mucha sangre fría para desafiar impunemente la inteligencia. No ves, rana tonta, que si en medio de la laguna yo te clavo mi aguijón, moriremos los dos ahogados-.

- Es cierto, afirmó la rana-, y lo dejó subir sobre su espalda.

El curioso escorpión disfrutaba el placer de ser transportado sobre el agua, admiraba las hojas de nenúfar que flotaban en la laguna, sentía la corriente, el viento y la frescura. En medio de la laguna, lejos de toda orilla, súbitamente el escorpión clava su venenoso agujón sobre la rana. Mortalmente herida, la rana comienza a patalear y a gritar:

- Estúpido escorpión, mira lo que has hecho, ahora no podré seguir nadando y en pocos segundos nos moriremos ahogados los dos-.

- Es cierto-, responde el escorpión, -pero yo nada puedo. Esa es mi naturaleza-.

Fabula hindú del Panchatantara (Siglo XXX A.C.)

ITACA


Si vas a emprender el viaje hacia Itaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones y a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.


Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.


Ten siempre a Itaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Itaca te enriquezca.
Itaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, no te engañará Itaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Itacas.

Konstantino Kavafis (1911)