martes, 2 de marzo de 2010
El agua no me dijo nada, ni tu nombre ni quien eras. Sólo que cruzabas un puente en la oscuridad con una lámpara de papel en tus manos. Protegías la flama de la vela (si se extinguía, haría que se desvanecieran tus anhelos). Estabas en mis sueños, presente como un mantra repetido mil veces, y desde ahí te miraba aunque sabía que tu lenguaje y tu tiempo eran diferentes a los míos. Sobre el agua, flotaban las hojas de los lotos con algunas flores blancas. Sabes que soy una mujer a la que sus ensoñaciones le dan la vida. Te llamé tres veces con la mente, y el aire se llenó de música. Sentí esa noche, cómo tu dedo índice tocaba mi frente desvelada.
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Muy bonitas palabras, llenas de sensibilidad y creatividad. Deberías escribir mucho más para deleitarnos con tu palabra.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Ese Pericles es un perro muy precioso. Lo amo.
ResponderEliminarEfectivamente ese Pericles inspira y acompaña. Es excelente que ande pululando por la casa. Es un buen amigo perruno.
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