Hoy soy yo de nuevo sin incertidumbres. Pasaron los días en que me quemaba y me volvía loca ante las contradicciones.
Ya no pido abrazos, ni palabras de amor que sonaban a hueco, como pronunciadas a través de una calavera. El fantasma se fue con su alma ausente atrapada en la lejanía.
Mi presencia está en mi cuerpo, en mi mente lúcida, y en este corazón que son enteramente míos.
Tere tiene razón, pondré una alfombra amarilla en la estancia.
De esta semana en adelante quiero que mi futuro esté lleno de verdad: del cariño de mis buenos amigos, de la compañía de mis perros lindos, de mi gato latoso, y del apoyo de mi hija en los momentos difíciles.
Gracias, Dina.
miércoles, 7 de julio de 2010
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