sábado, 14 de agosto de 2010

EL ILUSIONISTA


Me da la impresión que estuve con un ilusionista en estos últimos años de mi vida. Involucrada sin saberlo como co-protagonista en su espectáculo, mezcla de absurdo y de engaño. El gabinete del doctor Caligari. Falso trasfondo y doble intención: una que se le muestra al público; pero otra secreta, oculta y llena de artimañas. Es la farsa del personaje que envuelve hábilmente a actores y espectadores.

(¿O fui una marioneta que desconocía los hilos invisibles que me movían, manejada por un titiritero en una carpa de pueblo?)

Terminó la función... El farsante se quita su disfraz y lo veo como realmente es. Los actores descansan y retoman sus vidas cotidianas... Nada es igual, hay una amargura y desilusión que quedan en mí como sedimentos arenosos.

2 comentarios:

  1. Esos seres son como parasitos oportunistas, se dizfrazan de bondad y de buena intencion para alimemtarse de todo lo que puedan obtener en una relacion y una vez que creen haber agotado todo dan la punalada en la espalda y brincan sobre la proxima victima, sin ningun importarles el dolor que han dejado detras.

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